miércoles, 8 de enero de 2014

Como cuando eramos niños

Conforme vamos creciendo nuestras prioridades crecen, las cosas que queremos son cada vez mas grandes y no físicamente hablando, cada vez queremos cosas mas costosas para ser felices, como el nuevo iPhone o ir de viaje a New York para pasar el año nuevo, creemos que de ese tipo de cosas o situaciones depende la felicidad, pero tal vez no sea así.

Tal vez la felicidad depende de momentos buenos, momentos tranquilos, donde puedes pensar, sentir, vivir...

Como cuando eramos niños y nuestros papas compraban algo nuevo y nosotros veíamos que lo mas genial era la caja y el unicel, poder rasgar el unicel con las uñas y decir que era nieve o agarrar la caja como un refugio o un carro. Ir a la playa y quitarte los zapatos y correr desde la arena caliente hasta la fría, sentir cada grano de arena entre tus dedos, eso era genial, pararte donde te pegaban las olas y sentir como se enterraban tus pies con cada resaca. Sacar la mano por la ventanilla y dejar que el viento se la llevara o crear un avión con tus dedos e interponerte ante el.

Cuando eramos niños no necesitábamos de cosas tan grandes para sentir momentos de felicidad y saben, creo que eso deberíamos recuperar, recuperar ese aprecio a los detalles de la vida, a los detalles que nos hacen sentir vivos, a las cosas insignificantes que nuestra imaginación puede hacer geniales.

Intenta no depender tus momentos felices de momentos caros, ni de regalos de gran valor monetario, mejor cambia tus momentos felices a momentos donde tu imaginación te hace reír a ti mismo. No digo que las cosas caras sean malas, para nada, si las tienes agradece y disfrútalas, solo no dependas tu felicidad de ello por que no sabes cuando acabaran, pero los momentos que te da la vida sin necesidad de dinero esos nunca se acaban.



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